Por: Wendy Castañeda
¿Qué tienen en común Workin’ moms, The Letdown y Bad Moms? Las tres van más allá de la idealización materna y diversifican la forma de vivir el ser mamá.
En los últimos años, los contenidos relacionados con maternidad han presentado un enfoque diferente; para algunos pareciera un estilo irreverente, otros lo ven más real, pero ¿cuál es el trasfondo?
La maternidad se digiere en bocados pequeños
Dejando a un lado la idealización materna, la planeación y el amor puesto a esta decisión de vida, hay que aceptar que esta nueva etapa demanda mucho en lo individual, en el rol de pareja e incluso en lo social; aparecen nuevas responsabilidades que no estaban en el radar, otras que se tornan complejas y unas más que transforman la cotidianidad en un reto constante.
Estos ajustes van de lo que podría parecer poco importante –como ya no dormir hasta tarde los fines de semana, despedirse de los encuentros sexuales, no salir a beber con los amigos, dejar de viajar e incluso renunciar a la oportunidad laboral soñada–, pero también exige (aunque no siempre se logra) mejorar la calidad de vida (física y mental), ser más metódicos en gastos, planear, buscar un mejor entorno familiar, social y laboral… y así una gran lista de adaptaciones.
La perfección materna no existe
Así es que esa imagen idealizada que aparece en empaques, espectaculares y comerciales de televisión, no siempre está en línea con el día a día de las mamás. Hasta las celebridades -–con todas las herramientas a su alcance–, reconocen que la maternidad duele, pesa, incomoda, cansa y, a la vez, se goza, añora y ama incondicionalmente.
¿Parece contradictorio y hasta polarizante? Claro, pero mujeres como Audrey (The Letdown) y Kate (Workin’ Mom’s) exponen situaciones cotidianas, historias alejadas de la perfección del rol. Ellas hablan de lo complejo que es mantener ese discurso aprendido y en el que a veces se reconocen superadas.
Lo mismo sucede en Bad Moms donde, en un tono cómico, abordan la desmitificación del ser madre abnegada y lo insostenible y desgastante que resulta la obsesión por la perfección materna: parece irreal alcanzar ese nivel de (auto) exigencia, como le sucede a la antagonista, Gwendolyn, quien en una crisis reconoce que no, no siempre se puede.
La batalla entre maternidad y el trabajo
En estos contenidos hay retratados tres escenarios sobre los conflictos al que se enfrentan las mamás en el entorno laboral:
- No entender que la maternidad es un trabajo 24/7:
No remunerado, demandante, con poco descanso, que a veces no da oportunidad a nada, ni siquiera a retomar las aspiraciones personales o laborales, como cuando Anne (Workin’ Moms) quiere tener pacientes en casa o desea escribir un libro.
- La maternidad vista como una limitación para el crecimiento y las responsabilidades laborales:
Por ejemplo, Kate (Workin’ Moms) pierde una oportunidad laboral que siempre había soñado porque su jefa (quien también es mamá) se muestra insensible cuando ella le dice que su hijo está en el hospital: la hace decidir entre su futuro profesional y su familia. También tiene que enfrentar el que sus compañeros limitan su participación en proyectos de la agencia porque acaba de tener un bebé.
- El trabajo como una válvula de escape a la maternidad:
Al no poderse adaptar a este nuevo modelo de vida, priorizan los objetivos individuales. Esto puede traducirse como ausencia del instinto materno, tal es el caso de Esther (The Letdown), quien no puede dejar de lado el portafolio y delega la responsabilidad a su pareja, pero sin perder el control.
Con todo esto, se puede entender que la maternidad no es única, hay muchos rostros que no han sido retomados y hoy es más importante capitalizarlos para inspirar productos y servicios, y también para tener un discurso que establezca una mejor comunicación, identificación y empatía con las consumidoras.