Por Carmen Molina Kostantonis
La era digital transformó la manera en la que vivimos, consumimos contenido, pensamos y compramos productos. Cada vez, las marcas recolectan más información personal en línea con el fin de entender mejor a los consumidores y alcanzar mercados específicos. Lo que comenzó como una herramienta para ayudar a los usuarios a interactuar con contenido afín a sus gustos, hoy parece que se va transformando en un espacio que puede generar un poco de desconfianza en algunos.
Escándalos como Cambridge Analytica, o el lanzamiento de documentales como The Social Dilemma, ponen sobre la mesa el cuestionamiento sobre cómo son tratados nuestros datos y qué fin y uso se le dan a éstos. En un mundo donde lo digital ya impera, se vuelve cada vez más relevante el cuestionarnos de dónde viene y hacia dónde va la información compartida en línea.
Por este tipo de cuestionamientos y la presión de la opinión pública que se informa cada vez más sobre cómo los datos se han convertido en un capital económico fundamental en el mundo, parece que una nueva era enfocada en la privacidad empieza a surgir.
De lo cotidiano a lo invasivo
Cuando de repente se ofrece un producto relacionado a las recientes búsquedas en un dispositivo parecería que alguien está haciendo correctamente su trabajo, ¿pero qué pasa cuando solo pensaste en un producto, viaje o referencia y de repente ya tienes un anuncio frente a ti?, ¿si le hablo a mi teléfono sobre un tema, me ofrecerá publicidad al respecto? Puede parecer broma, pero esto ya forma parte y construye la manera en la que consumimos contenido.
Este tipo de pequeñas (y otras no tan pequeñas) acciones poco a poco han creado cierta incomodidad en los consumidores que se cuestionan cómo es tratada y comercializada su información en línea, obligando a las marcas a crear una nueva serie de reglas y a replantearse su posicionamiento digital.
Hoy es muy fácil mapear a los consumidores y ofrecerles exactamente lo que necesitan, pero a veces, hacerlo de manera invasiva puede tener un alto costo que se traduzca en desconfianza. Al final ¿quién quiere estar de lado de una marca que no cuida tu privacidad?
Un nuevo mercado emergente
A medida que la privacidad y protección de datos empieza a tomar relevancia entre los consumidores, una infraestructura enfocada en el uso ético de los datos está reestructurando a las industrias y sus necesidades empresariales.
La idea de ser solo números arrojados por una máquina empieza a cambiar, dándole un rol más personal a las identidades digitales, pues incluso, en una realidad donde la convivencia presencial se ha limitado durante los últimos meses, lo físico y lo digital cada vez están menos alejados de sí mismos.
Esto no quiere decir que el mundo digital vaya a desaparecer o que de un día para otro los consumidores abandonarán sus perfiles en redes sociales para siempre. La digitalización es parte esencial de la vida y difícilmente se volverá a un mundo donde ésta no exista. Sin embargo, este discurso probablemente estará cada vez más presente y las marcas tienen que mantenerse al día, conscientes de sus acciones digitales, creando opciones para hacer sentir seguros a sus consumidores sobre el cuidado de sus datos y su manejo de la privacidad. Y tu marca ¿qué políticas de privacidad está implementando?