Por María Cerdio
Junto con el sector turístico, las industrias creativas y culturales están entre las principales víctimas del coronavirus. Los museos, galerías, salas de conciertos y otros espacios culturales fueron algunos de los primeros establecimientos en cerrar sus puertas, y probablemente serán los últimos en reabrir.
Pero las artes no han entrado en hibernación. Al contrario, han cobrado nueva vida. Varias instituciones culturales públicas y privadas han migrado al mundo digital. Las que ya tenían presencia en línea están ampliando e innovando su oferta; las que no, se han visto obligadas a dar el salto.
Aunque los cambios ya se veían venir antes de la crisis, esta digitalización acelerada podría transformar el sector para siempre.
Arte al rescate
En este momento crítico, la importancia de la cultura y la creatividad para la sociedad es más clara que nunca. A lo largo de la historia, las artes nos han ayudado a entender y procesar eventos desafiantes. Ahora, mientras todos esperamos en casa a que la tormenta pase, se han vuelto un salvavidas que evita que perdamos la cabeza.
Una avalancha de cursos, espectáculos, exhibiciones y un largo etcétera de contenido virtual ahora llena nuestra agenda cultural. Esta oferta creativa rompe con la monotonía de la cuarentena, marcando momentos especiales ahora que los límites entre las horas y los días se confunden.
Pero las artes no solo son una fuente de entretenimiento o escapismo. Son un medio para expresar cómo nos afecta esta situación tan extraña y una forma de mantenernos conectados a pesar del aislamiento. Este papel esencial podría generar una nueva apreciación y valorización del sector que trascienda la crisis.
La nueva ola democrática
La digitalización impulsada por el coronavirus ha generado una verdadera democratización de las industrias creativas y culturales. Aunque la experiencia no es la misma a través de una pantalla, la contingencia ha permitido que un nuevo público se acerque al arte y la cultura.
Antes de la pandemia, la globalización y las nuevas tecnologías ya habían expandido el acceso al arte. Pero el costo de museos, espectáculos y otros espacios culturales seguía siendo una barrera importante para muchos.
Ahora, con tan solo un click, tenemos acceso a los museos y espectáculos más prestigiosos del mundo. Podemos adentrarnos en la sala de nuestros artistas favoritos y hablar con ellos en directo, o conocer Versalles sin dejar el sillón.
No más puertas cerradas
La pregunta que surge es, ¿cuánto durará esta democracia? Cuando pase la contingencia, el sector cultural se verá en una disyuntiva: volver al status quo, o aprovechar para reinventarse.
Las instituciones culturales y los artistas están experimentando con distintas tecnologías y formatos que tienen potencial más allá del momento actual. Gracias a estos experimentos, estamos descubriendo nuevas formas de consumir contenido cultural. Ahora podemos disfrutar del arte de una forma más íntima y accesible, sin pretensiones. La digitalización ha ayudado a desmitificar este mundo y ha despertado nuestra curiosidad por conocer más cuando salgamos de la crisis.
Es probable que las presentaciones digitales no reemplacen a las experiencias físicas, pero se ha abierto una oportunidad para diversificar canales y públicos. La necesidad del arte y la cultura no acabará con la cuarentena. Por eso es tan importante que las puertas se mantengan abiertas para todos.