Por Carmen Molina
Si sientes que últimamente todo tu entorno se siente como sacado de un mundo apocalíptico… tranquilo, ¡no eres el único!. Sabemos que existe un ambiente poco certero que permea las decisiones de todo tipo de consumo, sobre todo el de contenidos.
Más allá de ponerle sal a la herida de la incertidumbre, estamos hablando específicamente de realidades distópicas y premisas apocalípticas en el contenido enfocado en la Gen Z. Éstos tienen una vida por sí misma, la cual ha roto con bastantes estereotipos y expectativas que se esperaba del contenido de otras generaciones.
Para entender este consumo de contenido, es necesario comprender un poco del contexto con que esta generación ha crecido.
Además de que están conscientes de que el planeta de hoy y del futuro cambiará drásticamente durante toda su vida, también han crecido influenciados por contenido como The Walking Dead o los Juegos del Hambre, donde las tramas abordan temas de ruptura de los ideales que conocemos como parte del mundo y sociedad hoy en día.
Si bien los millennials fueron (y son) los que vivieron más a fondo la creación de este contenido; la gen Z estaba acostumbrada a consumirlo de manera orgánica. Además, ya tampoco sienten este tipo de escenarios tan lejanos como antes y los reconocen como parte de su futuro y responsabilidades.
¿Qué hace que esta narrativa conecte tan bien con esta generación?
La mayoría de las tramas dan en el clavo al apelar al individualismo característico de esta generación: son ellos los que van a salvarnos a nosotros y no al revés. Es más, las generaciones más grandes ni siquiera tienen un papel relevante dentro de este contenido.
Por ejemplo, la serie The Society, una especie de Señor de las Moscas 2.0, donde un grupo de adolescentes quedan a cargo de una sociedad con recursos limitados, donde todos los adultos han desaparecido y tienen que arreglárselas solos. Es un show con bastantes capas de drama, muerte, eventos y giros inesperados sin perder la esencia de ligereza de espíritu adolescente.
Otro buen ejemplo es Daybreak, una serie que también tiene lugar después del apocalipsis. Un mundo donde los adultos se han convertido en una especie de zombies y son los adolescentes los encargados de mantener la sociedad. Josh –el personaje principal- busca a su novia junto con un grupo de “inadaptados” que van desde una niña piromaniaca de 10 años, hasta otros personajes que remiten a los estereotipos de una preparatoria estadounidense versión Mad Max.
Por supuesto no podríamos dejar de lado Stranger Things, la serie de ficción donde más bien, el fin del mundo está vez mas cerca, con escenas cargadas de humor, buena música y la justa cantidad de drama pre-adolescente que no hace que la trama sea menos interesante.
Al analizar este contenido, nos damos cuenta de ciertas constantes que se presentan siempre en estas entregas: mundo sin reglas externas pero en búsqueda de estructuración propia de los adolescentes, sentido de pertenencia exclusivo del grupo de amigos e integración de una familia que no es de sangre, pero es igual o hasta más valiosa que la consanguínea; todo de la mano de buen humor, excelentes soundtracks y tramas que conectan con esta audiencia.
Entender las razones detrás del consumo de la gen Z, permite a las marcas (y a la sociedad) conocer más a fondo esta etapa de vida y entender sus necesidades y gustos que reflejan su personalidad. Es importante empezar a apelar a estos valores (por muy catastróficos que parezcan) para conectar realmente con esta generación. Es aquí donde la originalidad y congruencia pesan más que cualquier otra cosa.