Por Diana Ruiz
¿Alguna vez has oído hablar sobre el concepto Hygge? Se trata de una palabra danesa, que aunque no tiene interpretación al español, el significado es muy parecido a consentirse a uno mismo.
Pero Hygge también engloba todo un estilo de vida, se traduce en momentos como beber un buen vino o leer tu libro favorito después de una difícil jornada de trabajo, una cena romántica con velas o comer las galletas de la abuela mientras ves televisión y te envuelves en un edredón.
¿Cómo aplicarlo a una marca?
Todos tenemos una experiencia hygge la cual conecta con ciertos aromas, sabores, melodías, formas, texturas y colores. Incluso la simplicidad de tomar café o el olor de un pan recién horneado pueden contar una historia o hacer brotar algún recuerdo del alma.
En cuestión al diseño, engloba elementos enmaderados, colores neutros o pastel e iluminaciones tenues, para reflejar una experiencia de tranquilidad, satisfacción y bienestar a los sentidos.
El principal objetivo de un diseño hygge, es transmitir la calidez de un hogar, buscando el disfrute del ahora mediante la sencillez.
Este concepto puede llegar a abarcar el diseño de la marca, el empaque, el producto o el merchandising ¿Cómo? La respuesta se encuentra en el marketing sensorial, que busca despertar los 5 sentidos de los consumidores además de añadir una experiencia más profunda y emocional.
Los recuerdos son una parte importante dentro del marketing sensorial, ya que establecen percepciones más duraderas y mejor fidelización con los clientes.
Dentro del mundo de las marcas, algunas han querido aplicar este concepto a su imagen, un buen ejemplo de lo anterior es Skandinavish, una marca que no necesita palabras para transmitir una experiencia por medio del diseño de sus productos e incluso por su publicidad, ya que logra captar la atención de la audiencia con la profundidad de colores en los paisajes mostrados y el sonido de cuerpos de agua chocando con las rocas.
Por otro lado tenemos a Estée Lauder, una marca francesa de cosméticos que busca la simplicidad, naturalidad y elegancia en un mismo envase.
Los productos abarcan una experiencia desde el empaque hasta las fórmulas enfocadas a diversos tipos de necesidades, a quienes les gusta consentirse a sí mismos con mascarillas y o quienes consideran primordial un ritual de belleza.
De donde proviene el hygge el invierno es largo, lo que justifica la presencia de colores fríos. El blanco, azul marino o diferentes escalas de grises pueden variar, sin embargo siempre debe destacar pequeños detalles que iluminen de manera cálida el diseño, dentro de estos elementos puede haber algunas lámparas de luz amarilla, veladoras, detalles de madera o naturaleza muerta.
Este contraste funciona estableciendo un balance visual y en el mensaje transmitido.
El hygge es una gran oportunidad para el branding, en donde un mensaje que llega al corazón, vale más que el que intenta convencer a la razón. Digamos más con poco.