Hygge y el placer de reconfortar el alma para encontrar la felicidad

Por: Cecilia González Michalak

“Hygge” es un concepto danés que habla de encontrar el bienestar y la felicidad en las pequeñas cosas, pero sobre todo, en las relaciones humanas.

La Organización de las Naciones Unidas ha hecho hasta hoy cuatro informes mundiales de la Felicidad (Ver Informe) para conocer qué países son más propensos a ser felices y qué factores influyen para que sus habitantes sientan bienestar. Dinamarca se sitúa en primer lugar de cada informe –excepto por una vez que quedó en tercer lugar–, convirtiéndose así en el país más feliz del mundo, o, en todo caso, en el menos infeliz.

Varios factores influyen en la felicidad de las personas: la genética, las relaciones interpersonales sanas, la salud, los ingresos, el trabajo, la sensación de finalidad en la vida y la libertad. Pero una de las principales razones por las que Dinamarca obtiene tan buenos resultados en los censos de felicidad se debe a que sus habitantes no padecen de incertidumbre, de estrés o de preocupaciones gracias al factor diferencial del “hygge”.

¿Qué es hygge?

La palabra hygge apareció por primera vez en danés escrito en la primera década del siglo XIX, aunque proviene de la palabra noruega “hugge” que significa bienestar. Pronunciado “juu-ga”, este vocablo no tiene una traducción directa al español, pero puede considerarse como el arte de crear intimidad”, “el confort del alma” o “el placer de la presencia de cosas reconfortantes”. Incluso se podría plasmar su significado en el sentimiento que da beber un té caliente y aromático a la luz de las velas mientras se usan los calcetines preferidos del cajón.

Esta filosofía de disfrutar del aquí y el ahora a través de las pequeñas cosas se construye de afuera hacia adentro. Tener un espacio acogedor bien iluminado, ya sea con velas o con lámparas que creen una atmósfera de serenidad, es el primer paso a seguir. Rodearse de elementos con historia y texturas de madera, lana o porcelana, será parte de un entorno propicio para preparar el hygge interior.

En la vida hay que aprender a desconectar y concientizarse sobre el estado y presencia de uno. Sin distractores como son el celular o la computadora, se deben de abrir los sentidos para disfrutar de un pequeño placer como un café, un té, un pastel, o un chocolate. Estar viviendo ese momento de comodidad permite concientizarse sobre el aquí y el ahora e invita a la reflexión de manera relajada.

El hygge es más rico acompañado porque el mejor indicador de si somos felices o no, son nuestras relaciones sociales. Pensar en la igualdad, en la gratitud, en la armonía del momento con familia y amigos crea un sentimiento de unión y refugio que genera memorias

El hygge también aparece en el trabajo

Una de las razones del alto nivel de felicidad de los daneses es el buen equilibrio entre vida y trabajo, lo que permite a la gente tener tiempo para familiares y amigos. Además de eso, muchas oficinas han implementando el hygge a su rutina laboral. Ejemplo de eso es que muchos lugares de trabajo han adecuado sus espacios para que los empleados se sientan bien: iluminación cálida, luz natural, mobiliario de oficina de materiales naturales, espacios abiertos.

Según el Banco Mundial (Ver Informe), Dinamarca tuvo un PIB en 2019 de 348,078 mil millones de dólares, ocupando el 11º lugar en el ranking mundial. Además de esto, es uno de los países con mejores salarios y cuya semana laboral es de hasta 33 horas. El hygge en el trabajo se encuentra no sólo en la infraestructura, sino en las relaciones que se tiene con los empleados conciliando horarios y mejorando la cooperación y la confianza dentro del equipo.

El hygge y los mexicanos

El arte del hygge se encuentra en el hecho de ampliar la zona de confort propia incluyendo a otras personas. Las personas tienen una necesidad básica de sentirse conectados con otros, y los lazos de cercanía y cariño con los demás desempeñan un papel importante en su motivación y comportamiento.

El hygge y la felicidad están relacionados. El hygge busca la felicidad cotidiana a través de momentos rutinarios, centrándose en disfrutar el momento y sacar lo mejor de él. Ésta es la clave para generar una relación duradera donde exista confianza, seguridad y lealtad.

Para el mexicano, el bienestar no es una meta última sino algo que encuentra en el día a día. El estado de hygge colectivo lo halla en situaciones donde combina el cuidado ajeno, la funcionalidad del momento, el disfrute del tiempo libre y la conexión con otros. El ejemplo más claro de hygge para la sociedad mexicana es la Navidad. Las fiestas decembrinas que remiten a luces cálidas, al calor de hogar en una noche fría, a la familia ayudando a preparar la cena, y a reuniones y reencuentros felices, son el momento del año donde realmente se puede vivir palpablemente este concepto.

La cultura mexicana tiende a favorecer el sentimiento hygge de manera colectiva que de manera individual. Con el aislamiento, muchas personas que se quedan en casa y no pueden estar en contacto físico con familiares y amigos, han tenido que aprender a reconfortarse con pequeños placeres para encontrar equilibrio, cuidar su salud mental y darse un gusto. Cocinar recetas caseras, leer libros rezagados, hacer una noche de mini spa pintándose las uñas y usando mascarillas, o disfrutar del té, café o vino que se guardaba para situaciones especiales, son fórmulas sencillas de hygge para apapachar el alma con pequeños detalles y seguir adelante.

Para saber más, pueden leer Hygge: La felicidad en las pequeñas cosas de Meik Wiking, director ejecutivo del Instituto para la Búsqueda de la Felicidad de Copenhague, investigador asociado por Dinamarca en la Base de Datos Mundial de la Felicidad y miembro fundador de la Red Latinoamericana de Políticas de Bienestar y Calidad de Vida.